Un nuevo trastorno alimenticio llega camuflado entre la obsesión por la comida saludable.
No es la dieta del verano, sino una enfermedad: quienes la padecen siguen a rajatabla un menú en el que sólo caben vegetales.
Comer productos bajos en grasas, como frutas y verduras, es la mejor dieta. El problema llega cuando se convierte en una "religión".
La palabra "ortorexia" viene del griego "orthos", significa "apetito correcto" y fue investigada por primera vez por el médico de medicina alternativa Steven Bratman, que publicó hace unos años el libro titulado "Yonkies de comida sana", en el que relata su experiencia después de pertenecer al Movimiento de Alimentos Naturales de EEUU y padecer ortorexia nerviosa.
Después de 25 años obsesionado por la alimentación, Bratman creó la web www.ortorexia.com y lanzó al lector preguntas como: ¿Su forma de comer le aisla de los demás?. ¿Se siente culpable cuando come algo permitido por sus convicciones dietéticas? ¿Se preocupa más por la calidad de los alimentos que por la calidad de los alimentos que por el placer de comerlos?. Un ritual obsesivo en el que, además de entrar cierto tipo de comida entra la forma de preparación: las verduras cortadas de determinada manera o los materiales en los que se sirve. Otro síntoma claro es que la persona que la padece prefiere cogerse un autobús y hacer transbordo en el metro para llegar a la tienda que desea y pagar por un kilo de tomates ecológicos el doble de lo que cuestan unos normales en el súper de la esquina. Si no encuentra lo que busca, prefiere no comer y opta por no hacerlo en casas ajenas y no ir a restaurantes para no arriesgarse a no seguir la dieta. Porque, cuando incumple sus propósitos, el sentimiento de culpabilidad le devora por dentro. De ahí que los enfermos "comiencen a aislarse poco a poco", relata Ana, a quien le cuesta hablar del tema y prefiere omitir su apellido y edad. Todavía no sabe cómo cayó en el agujero sin ser consciente: "Fueron mis amigas quienes me hicieron ver que tenía un serio problema, porque cada vez que hacíamos planes para cenar, siempre ponía pegas hasta que empecé a poner excusas y dejé de ir a no ser que eligiera yo el restaurante. Claro que te acabas aislando, porque evitas hablar de lo que te ocurre".
Ana Luisa Monterrey asegura que la persona que pide ayuda a un profesional es porque ya no puede más, "porque pasa más de tres horas al día pensando qué va a comer y no es capaz de llevar una vida normal".
García-Camba insiste en que la ortorexia nerviosa "forma parte de un trastorno de tipo neurótico. Los afectados, en muchos casos, son hipocondríacos y personas inseguras y muy vulnerables a los estímulos del exterior. Se llegan a sentir atrapados por esta sobrevaloración de la alimentación saludable y, en consecuencia, desarrollan una excesiva adicción a este tipo de alimentos en detrimento de la calidad de vida y de otros aspectos fundamentales de la vida del individuo. Algo que alcanza caracteres obsesivos, cuya máxima expresión es un trastorno obsesivo compulsivo". ¿Un consejo? Convencerles de que cambien sus hábitos alimentarios, porque sólo es cuestión de fuerza de voluntad, y no esperar a caer enfermos, porque llegados a ese punto no hay más remedio que utilizar estrategias de tipo farmacológico y psicoterapéutico".
Dentro de esta patología también entra la filosofía del crudivorismo, que consiste en comer sólo alimentos vegetales, es decir, frutos secos, algas, cereales y semillas tal como las proporciona la tierra.
Crudista se considera la persona que consume al menos el 75 por ciento de los alimentos crudos, ya que sus defensores aseguran que la comida cocinada pierde la mayor parte de sus vitaminas y minerales.
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