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domingo, 28 de julio de 2013

PALEONTOLOGÍA | Con una antigüedad de 1,5 millones de años

Descubierta en Atapuerca la herramienta más antigua de Europa occidental

Sílex cretácico hallado en Atapuerca. | IPHES
Sílex cretácico hallado en Atapuerca. | IPHES
Las últimas excavaciones en Atapuerca han descubierto la herramienta de piedra más antigua de Europa occidental. Se trata de una lasca de sílex con borde cortante hallado en el yacimiento de la Sima del Elefante, dos metros por debajo de donde se encontró la mandíbula humana mas antigua de la parte oeste del viejo continente.
Por esta diferencia de altura, se concluye que esta especie de cuchillo primitivo es aún más arcaica, aproximándose a la fecha aceptada para la primera ocupación de Europa occidental, que se sitúa hace 1,5 millones de años.
Este hallazgo, junto con los nuevos fósiles de piedra aparecidos en otro yacimiento de Atapuerca este verano datados en un millón de años de antigüedad, "confirma la continuidad del poblamiento humano en Europa desde que este se originó, hace aproximadamente 1,5 millones de años, hasta la aparición de 'Homo antecessor', hace unos 850.000", según explica Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones y autor del blog 'Sapiens' de ELMUNDO.es.
"Aunque se trata de una industria lítica muy arcaica, ésta ya refleja eldesarrollo de actividades complejas", afirma Carbonell. Para el arqueólogo, este hallazgo es verdaderamente relevante porque "contradice las hipótesis planteadas por algunos investigadores que explicaban el primer poblamiento de Europa a partir de la sucesión de pequeñas oleadas de homínidos sin continuidad en el tiempo ycondenadas a la extinción ante su incapacidad de adaptarse a los nuevos espacios".
Omóplato infantil hallado en Atapuerca. | IPHES
Omóplato infantil hallado en Atapuerca. | IPHES

La escápula de un niño

Además, los codirectores de Atapuerca han aprovechado la presentación del balance de la campaña de excavaciones de este verano para mostrar una escápula de un niño de unos seis años que encontraron en 2005 y que han terminado de recuperar. José María Bermúdez de Castro, ha explicado que se trata de un tipo de hueso que es "muy difícil de recuperar" y del que apenas hay ejemplos en el mundo de esta antigüedad.
Tiene poco más grosor que un papel de fumar y estaba adherido a una capa de arcilla muy compactada, por lo que un equipo del Instituto de Prehistoria (IPHES) de Tarragona ha tardado siete años en recuperarlo totalmente.
Por su parte, Juan Luis Arsuaga, ha mostrado en la rueda de prensa un fragmento de cráneo de 'Homo heidelbergensis', procedente de la Sima de los huesos. Ha explicado que lo encontraron ayer mismo y que todavía no se ha limpiado. Arsuaga ha reconocido que en el contexto de Atapuerca es un hallazgo modesto, aunque considera que en cualquier otro yacimiento del mundo sería "extraordinario" encontrar un fragmento craneal de más de 400.000 años.
El fósil permite apreciar la parte interior y, por tanto, la forma del cerebro. Ahora estudiarán si corresponde a alguno de los cráneos de los que han encontrado fragmentos o a uno nuevo.

Un cráneo con heridas

También se han presentado los restos más recientes encontrados en esta campaña, especialmente un cráneo de hace 4.700 años encontrado en la cueva del Mirador, que forma parte de un grupo de restos de unos veinte individuos. Pertenece a un hombre de unos veinte años, que teníauna cicatriz por una herida en la parte frontal y una agujero en el hueso de la parte posterior que se debió producir en torno al momento de la muerte.
Bermúdez de Castro no descarta ninguna hipótesis sobre el origen de este orificio, que pudo producirse en una pelea o batalla entre grupos, en un intento de curación o como parte de un ritual.
La campaña de excavaciones de Atapueca ha sido este año más corta y ha contado con un centenar de investigadores, un 20% menos de lo habitual. La del verano que viene también será de un mes para preparar el congreso mundial de prehistoriadores que se celebrará en octubre en la capital burgalesa. Los investigadores confían en poder retomar las campañas de mes y medio de duración a partir de 2015.

miércoles, 26 de junio de 2013

La incógnita del fuego de los neandertales

Día 26/06/2013 - 11.48h

Investigadores creen que los individuos de la otra especie humana encendían llamas para mantener limpia la cueva cántabra de El Esquilleu

Hace entre 53.000 y 30.000 años, una comunidad de neandertales, la otra especie humana inteligente, residía en la cueva cántabra de El Esquilleu. Allí se han encontrado restos óseos de pequeños animales hallados en lo que podría ser una hoguera. Estos restos podían haber servido como fuente de combutible pero, debido a que existía en la zona numerosa vegetación que podían utilizar para avivar las llamas, investigadores de la UNED y de la Universidad Complutense creen que los neandertales «hacían limpieza» en la cueva quemando los restos de forma sistemática, para evitar infecciones.
El comportamiento de los neandertales de montaña es algo todavía bastante desconocido para la comunidad científica. Diferentes estudios han demostrado que la especie utilizaba huesos de animales como combustible de las hogueras que encendían, en especial, cuando escaseaba la masa arbórea.
La hipótesis que los investigadores españoles plantean en su estudio, publicado en la revista Quaternary Sciencie Reviews, es que fuera una forma sistemática de mantener limpia la cueva, eliminando cualquier tipo de residuo. «La vida de los grupos humanos en cuevas con bastante humedad, con depredadores al acecho y con residuos de comida en descomposición cerca, acarreaba ciertos riesgos para estos humanos que, además, tenían que permanecer en cierto modo hacinados para hacer frente al frío», apunta Paloma Uzquiano, investigadora de la UNED y una de las autoras del trabajo.
«No resulta disparatado pensar que eliminando residuos orgánicos de manera sistemática trataran de evitar males mayores», añade Uzquiano. No obstante, los investigadores, entre los que se encuentran expertos de la Universidad Complutense (Madrid), tampoco descartan la hipótesis de que los huesos sirvieran, a su vez, como combustible de las hogueras, adquiriendo una doble función.
Los neandertales mantenían esos fuegos encendidos de forma permanente para cocinar, iluminar su entorno, construir herramientas e incluso para evitar plagas de mosquitos, típicas en los ambientes húmedos.

Huesos de cabra

Para demostrar si estos huesos podían servir como combustible, los investigadores simularon un total de diez fuegos, añadiendo diferentes huesos de cabra, animal al que pertenecían los restos hallados en El Esquilleu. Estos restos óseos se salen de lo común puesto que, en otras hogueras neandertales, los científicos habían encontrado restos de animales más grandes, como vacas o caballos, que tenían más cantidad de grasa para quemar.
«Los fuegos demostraron que los huesos de animales de pequeño tamaño también poseen cualidades combustibles y que, en el caso de los huesos axiales y las epífisis –extremos de un hueso largo–, el proceso de combustión se extendía durante más tiempo», detalla José Yravedra, investigador de la Universidad Complutense de Madrid y doctor por la UNED.

Resistencia al frío y al calor

La comunidad de neandertales que vivía en la cueva de El Esquilleu tuvo que hacer frente a fuertes etapas de inestabilidad atmosférica, viviendo tanto períodos de clima frío como más cálido. La vegetación dominante de la zona cántabra era de carácter abierto y preforestal, por lo que solo matorrales como leguminosas, espinos caducifolios, el pino, el abedul, el sauce, el mostajo, el serbal y el enebro (en menor medida) se adaptaron a estos ambientes cambiantes. También consiguieron resistir robles y avellanos, pero refugiados en pequeños enclaves.
Por su parte, la fauna de herbívoros que habitaba entre esta vegetación era muy diversa, con caballos, bisontes y uros en zonas abiertas;corzos y jabalíes en medios más boscosos; cabras en las zonas escarpadas de las laderas y ciervos que realizaban desplazamientos de las montañas hacia los valles. «Esta biodiversidad hizo posible que los grupos se instalaran de manera itinerante en distintos enclaves, siguiendo los desplazamientos estacionales de las manadas de herbívoros, así como los ciclos de las plantas de todo ese entorno», concluye Uzquiano.

sábado, 4 de mayo de 2013


Así eran los primeros caníbales modernos

Día 04/05/2013 - 17.53h

Encuentran los restos del cuerpo de una joven que fue mutilado en el terrible invierno de 1609 cuando los colonos británicos luchaban contra los indios de la tribu de Pocahontas en la primera ciudad de Estados Unidos

Al menos un caso de canibalismo ha sido descubierto entre los colonos de Jamestown, el primer asentamiento de británicos en Estados Unidos. El hallazgo lo han realizado los arqueólogos del Instituto Smithsoniano de Washington tras analizar el cráneo y los huesos de una joven de 14 años, sobre los cuales han acertado a diseñar la reconstrucción de su cara.
Los restos encontrados se remontan al terrible invierno de 1609cuando los colonos de esta ciudad, fundado dos años antes a la orilla del río James, fueron atacados por el frío y las enfermedades, como fue plasmado en el cine con la película «El nuevo mundo» de Terrence Malick.
El hallazgo ha tenido lugar en una reciente excavación en la ciudad que ha revelado que los restos encontrados no eran solo de perros, gatos y caballos ingeridos por los colonos sino también los huesos de una adolescente que los investigadores han bautizado con el nombre de Jane.
El cráneo mutilado y el corte inequívoco de los huesos de las piernas no deja ninguna dudas de la intervención del hombre. Se trata de la primera prueba evidente de canibalismo en la primera colonia británica en América, según el anatomopatólogo legal Douglas Owsley, que ha analizado los restos.
Sin embargo, no está claro si la joven murió por causas naturales o fue asesinada. Los análisis realizados sobre el cráneo de Jane han permitido evidenciar que sus muelas del juicio no habían aparecido aún, por lo que podría tener alrededor de los 14 años. Además, el alto porcentaje de nitrógeno en sus huesos indica que su dieta era a base de carne, en línea con la dieta de los primeros colonos ingleses.

Macabros detalles

«Una perforación en la parte izquierda del cráneo sirvió para extraer el cerebro», ha explicado Owsley entrando en detalles particulares pero esenciales para comprender la gravedad de la situación de tuvieron que afrontar los colonos de Jamestown.
La lengua, las mejillas y los músculos de una pierna fueron devorados. Al parecer, lo primero que se comieron fue el cerebro ya que este órgano es el que más se deteriora después de la muerte, según explica un comunicado del Instituto Smithsoniano. Según Owsley, el tipo de corte encontrado en los huesos de Jane demuestra que el desmembramiento del cadáver no fue realizada por un «carnicero profesional» sino por una persona con poca práctica.
Los primeros británicos en América tuvieron que luchar contra los nativos americanos que asediaban su fuerte, los Powhatan, a los cuales pertenecía Pocahontas. Gran parte de los hombres válidos para la guerra murieron en los combates contra los indígenas mientras que en el fuerte permanecían las mujeres, los niños y los enfermos, cuya situación se vio empeorada por la falta de comida y el gélido frío de Virginia.

domingo, 6 de abril de 2008

RESTOS DE UNA FOCA DE CUATRO MILONES DE AÑOS

EPE (HUELVA).- Los trabajadores que realizaban tareas limpieza y preparación de los materiales que constituyen los fondos expositivos del futuro Centro Provincial de Interpretación Paleontológica Ciudad de Lepe (Huelva) han hallado unos restos fósiles que se corresponden con el hueso pélvico izquierdo de un 'pinnípedo', perteneciente a una foca, que podría tener cuatro millones de años.

Según explicó en una nota el paleontólogo Fernando Muñiz, que coordina este futuro centro divulgativo conveniado entre la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Lepe, la determinación de este hueso fósil se ha realizado de forma conjunta con el equipo internacional de paleontólogos que integran también los doctores Irina Koretsky, del Laboratory of Evolutionary Biology (Howard University) en Washington, y Raúl Esperante, del Geoscience Research Institute en California.

Los paleontólogos están profundizando en el estudio biométrico del hueso pélvico para afinar de qué género de foca se trata dentro del grupo de la subfamilia de los Monachinae, grupo al que pertenece también la actual foca monje, de nombre científico 'Monachus Monachus'.

En este sentido, el grupo de paleontólogos indicó que este tipo de estudio "permitirá saber a qué especie perteneció e incluso conocer datos como el sexo y variaciones ontogenéticas de esta foca, es decir, si estamos ante una ejemplar juvenil o adulto", ya que los huesos pélvicos "son muy diagnósticos ya que estos mamíferos marinos presentan un claro dimorfismo específico (diferencia entre macho y hembra)".

Los restos fueron hallados hace algún tiempo por paleontólogos onubenses --en particular el hallazgo lo realizó el operario M.A. Bernal-- en uno de los cabezos de Huelva capital, junto a restos fósiles de ballenas, si bien éste llamó especialmente la atención por sus características morfológicas.

Según este equipo de paleontólogos, la importancia de este fósil se puede resumirse en que se trata de la "primera evidencia de restos fósiles de focas del Plioceno cercanas a la foca monje, de toda Andalucía, aunque también son bastantes escasos en la propia península ibérica", y añadieron que "seguramente estamos ante el fósil de foca 'Monachinae más temprano' (de edad Plioceno inferior) dentro del registro geológico europeo".

Este hallazgo, además, permite ahondar en los conocimientos sobre la distribución biogeográfica y evolución de esta familia de focas en el ámbito Atlántico-Mediterráneo europeo durante los últimos cinco millones de años, ya que "existen suficientes datos para considerar al género de foca actual de Monachus, entre los más primitivos, cuyo origen debió estar en Atlántico norte, donde hace alrededor de 15 millones de años pudo ocurrir la separación filogenético entre las focas monje atlántico-caribeñas y sus parientes de Hawai (hoy extinguida)", puntualizó.

De la misma forma, amplía el conocimiento y número de especies de mamíferos marinos que habitaron el mar de Huelva durante el periodo geológico conocido como Plioceno (abarca de 5,3 hasta 1,8 millones de años). Hasta la fecha sólo se han encontrado en la provincia de Huelva restos fósiles de ballenas barbadas (misticetos) parecidas al actual rorcual común y yubartas, a destacar la localizada en el desaparecido cabezo de la Joya o en la Ribera de la Nicoba.

A nivel mundial, la foca monje se halla actualmente en la categoría "en peligro crítico de extinción" inscrita el Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN Red list, 1996). La especie está protegida internacionalmente por los Convenios de Bonn, Berna, Barcelona, el Convenio de Biodiversidad y el acuerdo Cites.

En todos los países de la Unión Europea la especie está protegida y de manera especial EN Grecia y Portugal, que tienen áreas específicamente destinadas a la protección y conservación de la foca monje.

EUROPA PRESS

domingo, 30 de marzo de 2008

LOS DINOSAURIOS MARINOS

CUANDO LOS DINOSAURIOS DOMINABAN... EL MAR

MUSEO DE HISTORIA NATURAL/UNIVERSIDAD DE OSLO
Los primeros fósiles de plesiosaurios se desenterraron a finales del siglo XIX. Por su tipología y gran tamaño se los denominó `dragones marinos´. Recreación de un plesiosaurio cazando una presa

Reptiles marinos de más de 20 metros de longitud capaces de destrozar a sus presas en pocos segundos. No, no es una leyenda más del lago Ness. Un equipo de paleontólogos ha encontrado cerca del Polo Norte un yacimiento con fósiles de estos verdaderos monstruos milenarios.



Se asomó a la orilla del mar buscando presas. Era un eustreptospondylus, un poderoso dinosaurio carnívoro al que todos temían en tierra. No era para menos. A pesar de sus más de cinco metros de longitud y su media tonelada de peso, era capaz de moverse con asombroso sigilo y rapidez en busca de su comida.


El cazador se acercó a la rompiente. Una sombra oscura bajo el agua había delatado una posible presa. Con movimientos tan elásticos como silenciosos, el dinosaurio se aprestó para un rápido ataque. Bajo el agua, a escasos metros, algún animal grande no se había percatado de la presencia del cazador. Pero cuando el eustreptospondylus ya daba por hecho su éxito, una bestia impensable surgió de las aguas. Las mandíbulas más poderosas habidas nunca en la Tierra se cerraron sobre el dinosaurio cazador levantándolo del suelo sin aparente esfuerzo y matándolo en el acto. Era un liopleurodon, un reptil marino perteneciente al grupo de los pliosaurios, los mayores y más terribles monstruos marinos que hayan existido jamás sobre la faz de la Tierra.


Desde que se extinguieron, hace alrededor de 65 millones de años, pocos restos fósiles de pliosaurios han sido descubiertos por los paleontólogos de todo el mundo. Y esto se traduce, lógicamente, en que se sabe muy poco de ellos y, en paralelo, se valoran nuevos hallazgos como si de un tesoro se tratara. El equipo noruego dirigido por el doctor Jørn H. Hurum y su colega Hans Arne Nakrem, del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo, acaban de dar a conocer el mayor de estos tesoros: un pliosaurio encontrado en el techo norte de Europa.


Durante el verano del año 2006, el equipo de Hurum y Nakrem descubrieron en la isla de Spitzbergen, junto al archipiélago de Svalvard, a poco más de 1.300 km del Polo Norte, lo que parecía el más importante yacimiento de reptiles marinos jurásicos encontrado jamás. Son más de 40 especímenes los que muestran sus huesos en las desoladas tierras de Svalvard. Hay ictiosaurios –una especie de delfines prehistóricos con los ojos más grandes que haya habido nunca en el reino animal–, más de 20 plesiosaurios –los dinosaurios con forma de nonstruo del lago Ness– , y un gigante entre los gigantes: un pliosaurio de cerca de 15 metros.


Hasta donde conocen los científicos, los pliosaurios eran un grupo de reptiles marinos con el cuello corto y la cabeza muy grande y poderosa. A diferencia de sus primos cercanos, aquellos que se parecen a Nessie, los pliosaurios de cuello corto estaban diseñados para ser los más poderosos predadores del mar mesozoico. Sus cabezas, que se cree que podrían llegar a alcanzar los cinco metros en los machos adultos, estaban armadas con mandíbulas accionadas por poderosos músculos y con dientes como dagas. Como explica Richard Forrester, una de las máximas eminencias en pliosaurios, «sus fauces eran lo suficientemente grandes para atrapar un automóvil compacto en sus mandíbulas y partirlo en dos mitades sin grandes esfuerzos».


El animal encontrado por el equipo de Hurum y Nakrem mide alrededor de 15 metros, pero los paleontólogos sospechan que pliosaurios como el liopleurodon, con el que comienza este artículo, pudieron llegar a alcanzar los 25. Hasta la fecha, nunca se había encontrado otro esqueleto de pliosaurio tan grande como éste, por lo que al poco de descubrirlo, ya se lo bautizó como el ‘monstruo de Svalvard’. Ahora, un año y medio después de su hallazgo, el equipo del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo, en Noruega, ha dado a conocer el esqueleto del gigante entre fanfarrias y grandes alharacas. «Hemos investigado en la literatura que existe sobre el tema y podemos decir que tenemos el mayor pliosaurio encontrado hasta el momento», anuncia, orgulloso, Jørn H. Hurum. Pero, tal y como concluye su descubridor, el tamaño no es lo más importante del monstruo de Svalvard: «Lo que es increíble es que parece que el esqueleto está entero. Y hasta ahora, no se había encontrado ningún esqueleto completo de un pliosaurio».

Fernando González Sitges