España en verano: Máxima alerta sobre Shaila
En los tiempos que corren, no es difícil obsesionarse con la apariencia física. No es extraño que chicas sanas y alegres comiencen dietas destructivas para tratar de cumplir con los estrictos cánones estéticos de la sociedad moderna. Batidos, pastillas adelgazantes, largas horas en el gimnasio, dietas milagro... Todo es poco cuando el fin es lograr el cuerpo de infarto ansiado por todas. Y Shaila Dúrcal parece haberse tomado esta máxima muy en serio.
La hija menor de la fallecida Rocío Dúrcal nunca fue delgada. Un rostro alegre, siempre sonriente, mostraba las redondeces de la salud, curvas que se repetían especialmente en su torso. Por ello, la cantante no solía vestir prendas ajustadas, sino blusones o amplias chaquetas que disimularan sus formas. Pero no estaba contenta con su silueta. De hecho, el año pasado, al mostrar una figura mucho más atlética, los medios de comunicación se interesaron por su cambio de aspecto, y ella confesó su tendencia a preocuparse por el peso: «Hubo una época en la que adelgazar fue una obsesión para mí, porque nosotros somos personajes públicos, y además, te preocupan las cámaras, que engordan, y la gente, que te dice cosas horribles, sobre todo cuando, como yo, siempre has sido rellenita». De un año a esta parte, esta obsesión ha vuelto a adueñarse de la vida de Shaila, quien, a juzgar por sus últimas fotografías, podría tener un trastorno alimenticio.
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