Ya en el invierno del año pasado
el runrún era Bankia. El sector empezaba a admitir que en 2010, con la fusión de Caja Madrid, Bancaja y otras cinco cajas menores se había creado un gigante con pies de barro a punto de derrumbarse. Que
su salida a Bolsa, en julio de 2011 y vendida como una cuestión de Estado, fue soportada por el resto de entidades. El
juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu investiga si en esa fusión y en el debut busátil hubo o no alguna irregularidad.
Tras
el rescate de Bankia, el más caro de la historia financiera de España con 22.424 millones de euros, y que desencadenó el del resto del sector, UPyD presentó una querella por esas dos operaciones, acusándo a la cúpula de Bankia de estafa, apropiación indebida, falsificación de cuentas, intervención fraudulenta y desleal y maquinación para alterar el precio de las cosas.
La versión dada ayer por los tres grandes banqueros de España al juez sobre sus reuniones con Luis de Guindos en los días previos a la dimisión de Rato y el consecuente rescate de Bankia contrasta con la que dio en febrero el ministro al magistrado. Botín, González y Fainé admitieron que esos encuentros sí tuvieron como asunto central el futuro del grupo. Botín y González desvelaron incluso que dudaban de la viabilidad de Bankia y que propusieron una inyección urgente de hasta 20.000 millones de euros, más del doble de lo que solicitaba el entonces presidente de la entidad, Rodrigo Rato.
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