Diez títulos para celebrar el Día del Libro
Día 23/04/2013 - 12.32h
No hay mejor manera de festejar esta jornada que leyendo. Les proponemos unos títulos imprescindibles
1«Siguiendo mi camino»
«Siguiendo mi camino», de Mauricio Wiesenthal Acantilado.
En las canciones, advierte Mauricio Wiesenthal, está la trastienda de su literatura: «Fui dejando rastro en mis páginas, igual que escribí mi obra en cafés que hoy van desapareciendo…». En «Siguiendo mi camino», le pone banda sonora a su trilogía «Libro de Réquiems», «El esnobismo de las golondrinas» y «Luz de Vísperas». Un repertorio viajero, que no conoce estilos ni épocas. Pueden caer «Las hojas muertas» en un París digno de Prévert, o que «Lili Marleen» suene a canción de cuna «como cualquier historia de amor». Entre las ruinas de la cultura europea, «para acunar a nuestros hijos, nada más bello que convertir nuestro ocaso en lumbre de vida». Por eso, esta autobiografía musical tiene mucho de travesía por un océano de recuerdos y erudición: boleros, coplas españolas, romanzas rusas, zambras, tangos y canciones en diversos idiomas permitieron al autor sobrevivir en sus años de bohemia. Frente a la especialización, «una de las dolencias de la cultura moderna», Wiesenthal interpreta la sinfonía del humanismo.
2«El festín de John Saturnall»
«El festín de John Saturnall». Lawrence Norfolk. Galaxia Gutenberg.
Parece mentira, pero hubo un tiempo, en que «gastronomía inglesa» no era un oxímoron. La fiesta de los fogones se agostó en 1642 con la dictadura de Cromwell que tachó de pecaminoso todo placer... Tras dieciocho años de Nuevo Orden, era tarde para recuperar aquella gran cocina que acabó imitando a la francesa. Mientras se persiguen brujas y los recetarios son juegos prohibidos, John y su madre se esconden en el bosque con un libro para preparar «El festín de John Saturnall». El autor de «El rinoceronte del Papa» se mete en la piel de un cocinero que intenta resucitar complejas recetas en tiempos de guerra y miseria: «Por cada restauración tiene que haberse padecido antes una disolución, de la misma manera que toda desgracia tiene ya en ciernes una futura felicidad…». Un cocinero, afirma John Saturnall, no está solo y el banquete no es cosa suya. En este festín de las palabras, la cocina es un acto de amor.
3«Monsieur Proust»
«Monsieur Proust». Céleste Albaret. Ed. Capitán Swing. Se cumple un siglo de la edición de «Por el lado de Swann», primera entrega de esa catedral de las palabras que es «En busca del tiempo perdido». En el 102 del boulevard Hausmann encontramos a Marcel Proust. Conocido en los ambientes mundanos como «el pequeño Marcel», de talante aristocrático y asma crónica, se ha pagado de su bolsillo la obra de su vida. Le acompaña Céleste Albaret, veinteañera recién casada que se convertirá en la ama de llaves, confidente, enfermera y cronista de los últimos diez años del escritor. Recluido en una habitación con las paredes de corcho, Proust va en pos del tiempo recobrado, mientras ve acercarse la muerte: «Perseguía el tiempo en sus libros, y sin embargo se sentía atrapado por él en la vida», recordará Céleste. Publicado originalmente en 1973, «Monsieur Proust» nos brinda la intrahistoria humana de una de los autores más fascinantes del siglo XX.
4«Bioko»
«Bioko». Marc Pastor. Ara Llibres / Planeta. Si cogemos a un escritor que se autodefine como «culturalmente disperso», sacudimos una carrera en la que se entrelaza el thriller con la novela de aventuras y la ciencia ficción y añadimos elementos de Julio Verne, «Indiana Jones» y «Perdidos», el resultado puede ser algo tan estimulante como «Bioko» (Ara Llibres; Planeta), novela con la que el barcelonés Marc Pastor reinventa a lo grande el género de aventuras. Ambientada en la isla de Fernado Poo en plena época colonial española, «Bioko» recupera a Moisés Corvo, protagonista de «La mala dóna», para explicar sus orígenes y abandonarlo a su suerte en una isla en la que se mezclan los viajes en el tiempo, las masacres, el mito de la Atlántida y el suspense propio de los crímenes pendientes de resolver. Una apuesta decidida por actualizar a Stevenson y Kipling que Pastor solventada con no poco ingenio y emoción.
5«Telegraph Avenue»
«Telegraph Avenue». Michael Chabon. Mondadori. Como ya hiciera Jonathan Lethem en «La fortaleza de la soledad», el estadounidense Michael Chabon construye todo un universo en torno a los surcos negros del vinilo y deja que sea la aguja la que vaya cincelando vidas y paisajes de irresistible carga emocional en esta historia de vidas cruzadas y barrios con cicatrices imposibles de curar. Tirando del hilo de las andanzas de los dos propietarios de una tienda de vinilos que se ve amenazana por la inminente apertura de un gran centro comercial, «Telegraph Avenue» lanza el ancla en la población californiano de Oakland para examinar vidas de segunda mano y vinilos gastados y lanzarse a una febril y asombrosa odisea pop en la que lo mismo caben Tarantino, el nacimiento de los Black Panthers, los coleccionistas de memorabilia variada y exestrellas de películas de kung-fu. Asombrosa.
6«El zar Saltán»
«El zar Saltán». Alexander Pushkin. Ed. Gadir. Ilustraciones:Iván Bilibin. Versión: Enrique Moya Carrión. La literatura rusa es una fuente cristalina a la que los sedientos lectores acudimos una y otra vez. No solo para saciarnos con las gigantescas (en todos los mejores sentidos) y avasalladoras obras en tamaño y talento de Dostoyevski, Tolstoi, Gogol… sino también en pequeños textos como este que nos ocupa, escrito por que se tiene mayor poeta ruso del siglo XIX, el romántico Alexander Pushkin. En apenas cincuenta páginas (con bellísimas ilustraciones de Iván Bilibin, grande de la ilustración rusa de principios del siglo XX, y atinadísima versión de Enrique Moya Carrión) Pushkin, al hilo de la narrativa popular rusa, nos sumerge en un mundo mágico y maravilloso, repleto de significaciones y metáforas, donde luchan enconadamente las fuerzas del Bien y el Mal. Una obra pequeña, pero eterna.
7«El crimen de Lord Arthur Savile»
«El crimen de Lord Arthur Savile». Oscar Wilde. Ed. Rey Lear. Ilustraciones: Emilio Urberuaga. Traducción: Susana Carral. El talento de Oscar Wilde fue polifacético, poliédrico, pero siempre genial. Novelista, cuentista, dramaturgo, poeta, y con una lengua e ingenio infinitos, Wilde tenía, además de sus grandes dotes de escritor, un don para pronunciar frases rompedora, irónicas, rotundas. Le gustaba hablar, aunque fuese de más. Y siempre tuvo en el humor uno de sus mejores aliados. Esta pequeña novela navega viento en popa por las aguas de la sociedad victoriana, donde un joven lord deberá hacer frente a una terrible profecía. Las deliciosas ilustraciones de Emilio Urberuaga (Premio Nacional de Ilustración, y creador gráfico de Manolito Gafotas) y la fantástica traducción de Susana Carral completan esta preciosa edición de la novela de Wilde.
8«Las lágrimas de San Lorenzo»
«Las lágrimas de San Lorenzo». Julio Llamazares. Alfaguara.Julio Llamazares llevaba unos años alejado de la novela. Le gusta escribir despacio, buscando el resonar de su oficio de poeta en cada página. Y su regreso con estas «lagrimas» ha valido la pena. El relato del encuentro entre un padre cincuentón de vuelta de casi todo y su hijo adolescente bajo el cielo de agosto en Ibiza, esa noche mágica de la lluvia de estrellas, es realmente hermoso. Una novela emocionante, de gran sencillez y precisión narrativas, que se lee como un suspiro. Una reflexión, según el propio escritor, «sobre la Naturaleza y el paso del tiempo». Y unos delicadísimos sorbos de melancolía.
9«En la cuerda floja de lo eterno»
«En la cuerda floja de lo eterno. Sobre la gramática alucinada de Egon Schiele». Carla Carmona. Acantilado. La mejor guía para adentrarse en el universo estético y simbólico, pero sobre todo artístico y vital de uno de los grandes pintores de la historia es este pequeño y enjundioso ensayo, escrito con bella y transparente profundidad. Carla Carmona demuestra no solo el dominio de la vida y obra del artista, sino un conocimiento exacto y meticuloso de los resortes ocultos en el entorno, en la época que alumbraba un tiempo nuevo y tenebroso, pero en el que un artista como Schiele supo hundir sus pinceles para arrancarle la luz. La mayor virtud de este ensayo es una coherencia casi cartográfica, que permite moverse por los acontecimientos y las relaciones del pintor con sus colegas y con otros grandes nombres de la cultura del momento, así como reunir fragmentos ocultos sin los que su obra visionaria no tendría tanta fuerza de ruptura ni significación, como su pasión por el arte egipcio, o los exactos motivos biográficos que le permitieron pintar de un modo determinado el cuerpo humano y la ciudad. El texto forma un mural muy seductor para un lector que desee adentrarse en estos pequeños pozos de luz que fueron las vidas de la Viena finisecular. Diálogo entre Schiele y Wittgenstein, entre Schiele y Trakl, entre Schiele y el silencio... La autora de este maravilloso ensayo ha sabido condensar algo muy denso y difícil, casi inefable, en un texto poético y filosófico, lleno también de peripecias vitales y artísticas míticas.
10«El extranjero»
«El extranjero» Albert Camus. Ilustraciones de José Muñoz. Alianza Editorial. En el año del centenario del nacimiento de Albert Camus nada mejor que visitar una de sus mejores novelas, obra en la que definió el eco que el mecanismo del tiempo dejaba en el vacío moral conemporáneo, tras las dos guerras mundiales. La obra en la que un absurdo crimen dibuja un paisaje humano espectral de desapego absoluto e instinto de insatisfacción, está en esta bellísima edición iluminada por las ilustraciones del argentino José Muñoz, que ha sabido trasladar a los ojos del lector la abrasión del paisaje y la abrasión de la prosa que no halla cobijo bajo los demonios del mediodía que presiden aquel acto ilógico e insípido. Este atavismo moral es una inmejorable forma de celebrar el día del libro en estos tiempos tan duros..
No hay comentarios:
Publicar un comentario