La tierra no descansa
Estas cifras convirtieron al terremoto en el peor sufrido por Japón en los últimos nueve años, además de disparar entre la población el miedo a otra gran sacudida mortal. Los deslizamientos de tierra inutilizaron autopistas y carreteras en las localidades de Kawaguchi y Ojiya, donde los trabajadores se pusieron inmediatamente a repararar las grietas. En algunos hogares se originaron incendios y reventaron las tuberías de agua y gas, y más de 250.000 casas se quedaron sin suministro eléctrico. Las autoridades desalojaron a más de 100.000 vecinos de la zona, realojados en gimnasios o escuelas acondicionados como centros de acogida provisionales.
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