Si resbala al levantarse de la cama, derrama el café cuando se lleva la taza a la boca y además, cuando saluda a alguien por la calle, tropieza con una farola, se cae al suelo y rompe el reloj para descubrir que a quien ha saludado en realidad no le conoce de nada, no se trata de que tenga un mal día, sino, simplemente, de que es un auténtico gafe.
Por lo menos así lo consideran los investigadores del Centro Médico Universitario de Groningen, en Holanda, que han realizado un exhaustivo estudio de los pequeños accidentes que suelen ocurrir a diario.
En la investigación, los científicos llegan a la conclusión de que existen personas que tienen una capacidad o disposición especial para de sufrir los más inesperados accidentes con sorprendente frecuencia.
Y es que la mayoría de las personas que a menudo tropiezan y rompen cosas sin querer, hace pensar que los accidentes de este tipo no están bien distribuidos entre la sociedad.
Según New Scientist, la revista médica que publica el estudio, los científicos holandeses han investigado lo que vulgarmente se conoce como la mala o buena suerte de 147.000 persones de 15 países distintos y han realizado 79 diferentes estudios de cuántas veces al azar afecta a las diferentes personas.
El resultado ha confirmado las sospechas de que los gafes existen porque una de cada 29 personas tiene un 50 por ciento más de riesgo que el resto de los mortales de tener que pasar por una accidentada situación.
La investigadora Eller Visser, una de las responsables del estudio, asegura que no puede precisar quién o quiénes pueden ser los auténticos gafes, pero sospecha que todos estos pequeños accidentes se deben a los rasgos de personalidad que destacan en este tipo de personas.
Así pues, si alguien piensa que es un gafe porque no consigue encontrar pareja y además nunca te toca la lotería, tal vez tenga razón.
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